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©Yohan ESPIAUBE

Patrimonio a pequeña escala

El pequeño patrimonio de Mimizan: ¡un viaje en el tiempo sin igual!
¿Le gustaría retroceder en el tiempo y descubrir los tesoros ocultos de nuestra ciudad? Nuestro pequeño patrimonio cuenta la fascinante historia de Mimizan, Aureilhan, Bias, Mézos, Saint-Paul-en-Born y Pontenx-les-Forges, una historia de misterio, espiritualidad y vida cotidiana de antaño. ¡Siga al guía!

Cuando los monjes gobernaban el gallinero. Abadía Sainte-Marie

Imagínese en el siglo XI… En el corazón de Mimizan, centro neurálgico de la vida espiritual y económica local, se alza una abadía. Hoy en día, el único recuerdo de su grandeza pasada es su campanario, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Pero ¡qué campanario! Sus esculturas policromadas del siglo XIII cuentan historias fascinantes de santos, demonios y vida medieval. Un auténtico libro ilustrado en piedra.

Y eso no es todo. Cuando había tormenta, este famoso campanario era el terror de los marineros. Imagínese la escena: su barco está luchando contra los elementos y, de repente, ve esta aguja asomarse por encima de las dunas… No es precisamente tranquilizador. Los marineros gascones incluso lo convirtieron en un dicho: «Que diou nous préserbi dou cantic de la sirène, dou coudic de la balène et dou cloucher de Mamizan», es decir, «¡Que Dios nos proteja del canto de las sirenas, de la cola de la ballena y del campanario de Mimizan! Así que nuestro campanario tenía una reputación tan impresionante como la de una criatura mitológica.

El primer "refugio" de la historia Bolardos de seguridad

Mucho antes de que se inventara el derecho de asilo, Mimizan tenía sus «bornes de sauveté «. Estas misteriosas piedras delimitaban un perímetro sagrado en el que podían refugiarse incluso los proscritos. Una zona de paz en la Edad Media, un concepto bastante moderno, ¿no le parece? Hoy en día, todavía se pueden ver estos testigos silenciosos de una época en la que la justicia divina competía con la justicia de los hombres.

Fuentes de mil leyendas Las fuentes

¿Sabía que «Born» significa «fuente»? No es casualidad que nuestro País del Born esté lleno de estos misteriosos abrevaderos. Cada fuente de nuestra región tiene sushistorias y sus secretos. La fuente de Saint-Jean, famosa por sus propiedades terapéuticas, atraía a los peregrinos como un imán. Algunos incluso dicen que el agua curaba los dolores de cabeza más persistentes… ¡un remedio útil después de las fiestas locales! La fuente Sainte-Marie sigue susurrando sus secretos a quien quiera escucharla. Nuestros antepasados no se equivocaron al bautizar nuestra región con el nombre de «País del Born», la tierra de las fuentes. Un nombre obvio, ¿no cree?

Donde antes bullía la vida local Los lavaderos

Los lavaderos eran el corazón palpitante de Mimizan. Entre dos lavabos, la gente hablaba del mundo, intercambiaba las últimas noticias, reía y cantaba… Los cotilleos y las risas aún resuenan entre estas viejas piedras. Ahora restauradas, nos hablan de la vida cotidiana de nuestros antepasados, cuando la tarea de lavar la ropa se transformaba en un momento de convivencia.

Nota: el Musée du prieuré ofrece una visita a los lavaderos y fuentes previa solicitud. ¡Siga al guía!

¡Cuando el pueblo vivía al ritmo de la cocción! Hornos de pan

¿Un pequeño patrimonio que huele a pan caliente? Son nuestros hornos de pan comunales. Estos gourmet testigos de nuestra historia local le transportarán a una época en la que hacer pan era toda una institución. El horno Bias, magníficamente restaurado, vuelve a utilizarse incluso en las fiestas locales: ¡el olor a pan caliente hace girar las cabezas y salivar a las papilas gustativas! Su primo de Pontenx-les-Forges no le va a la zaga: nos recuerda la época en que los aldeanos se reunían alrededor del horno, esperando su turno para meter la masa, mientras las noticias del campo viajaban tan rápido como el calor del horno.

Elegancia Art Déco El monumento Wings

Este monumento a nuestro patrimonio es un elegante homenaje a los pioneros de la aviación. Construido en 1939, sigue imponiendo su majestuosa silueta con su estilo refinado y sus esbeltas alas. Su historia es tan sorprendente como su arquitectura. El 16 de junio de 1929, una falta de combustible obligó a los aviadores Assolant, Lefèvre y Lotti a realizar un aterrizaje de emergencia en la playa de Mimizan. Estos tres franceses habían logrado una hazaña histórica: ¡la primera travesía del Atlántico Norte realizada por un avión y una tripulación franceses! A bordo de su avión, apodado«L’Oiseau Canari» (actualmente expuesto en el Museo del Bourget), descubren con asombro un polizón: ¡Arthur Schreiber! Fue un aterrizaje imprevisto que dejó su huella en la historia de nuestra estación, máxime con este cuarto pasajero sorpresa. En su honor, y para celebrar a todos los pioneros de la aviación, se erigió este monumento de líneas aerodinámicas. Una obra maestra arquitectónica que nos recuerda que Mimizan siempre ha tenido la cabeza en las estrellas… ¡incluso cuando los depósitos están secos!

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